Escribe Manuel
Huanqui Hurtado
La
aventura del hombre que se inicia en la cueva prehistórica hace más de 100,000
años, cronologías calculadas con métodos radioactivos que no admiten duda de su devenir, y están certificados por las
evidencias materiales escrutadas con el rigor científico que se precisa,
basados en estos elementos diagnósticos irrefutables tenemos que admitir que
quienes nos precedieron nos legaron valiosas referencias que constituyen hitos con
los que se está configurando el espectro
cultural de la más verídica y transparente aventura de cada etnia y su
trascendencia en todo el decurso del tiempo.
Los
sondeos realizados certifican que el
escenario donde empieza esta iniciativa
del hombre fue en el centro del África, debido a que era el único meridiano que
le ofrecía un aparente refugio para su sobrevivencia porque el resto del
planeta estaba cubierto de hielo, debido a que nuestra tierra soportaba la era
de las glaciaciones, superado este difícil trance inicia su periplo por todos
los continentes que estaban en su entorno, y es en estas circunstancias va
adquiriendo por especial sinergia de la ecología y la orografía que incidirá en
su perfil e irá configurando el
ensamblaje de la escultura humana que ostenta cada etnia y que fue determinante
para definir sus características que tipifican el espectro de su genoma social
que identifica plenamente a cada conglomerado humano.
Pero,
la primera actitud de trascendental importancia que asumen nuestros ancestros,
fue concebir un medio de comunicación, y
que en los albores de la civilización se
expresaban con gestos y exclamaciones de temor o satisfacción que dio origen al
lenguaje hablado, pero, para perennizar en la memoria colectiva todas sus vivencias
y experiencias recurrieron al ícono donde se advierte líneas, trazos,
rasgos, a los que les adosaron color, proporción, movimiento, orientación, como
lo certifican los grandes murales e íconos de la antigüedad.
Con
el correr del tiempo, cada etnia en complicidad con su espectro cultural,
que resume su cosmovisión y sincretismo
dio origen al idioma, y sus primeras manifestaciones artísticas y de acuerdo a los sondeos efectuados por eminentes estudiosos
han codificado cerca de 800 idiomas y más de 3,200 dialectos muchas de estas
expresiones han desaparecido.
Pero,
increíblemente las culturas matrices de la humanidad para comunicarse con
contundencia y evitar incongruencias y falsas conjeturas, y erradas interpretaciones
recurrieron al icono porque ostenta más contexto y contundencia, habiendo
soportado los embates naturales, y la
irreverencia de los grupos étnicos insuflados de extremada xenofobia y presumiblemente dotados de un aparente complejo de superioridad y los
consideraron a nuestros predecesores y sus primeras manifestaciones gráficas
como primitivas, atávicas y hasta folklóricas.
Gracias
a la permanente inquietud del hombre en escrutar nuestros orígenes, que felizmente ya se está develando gran
parte de la escritura jeroglífica
concebida por los árabes y los del oriente, sin dejar de mencionar la omisión
de la iconografía de nuestras culturas matrices de América, en especial el Perú
de milenaria data, que recién empieza a escrutarse con criterio científico el
mensaje gráfico que nos legaron, en complicidad y con al apoyo de la tecnología
de punta que cuenta con ordenadores de última generación, pero, tenemos que
admitir que los nuestros ostentan infinidad de íconos aún no develados.
De
todo lo estudiado he llegado al convencimiento que Egipto sin temor a equivocarme es el crisol de todo lo
concebido y que constituye la herencia
gráfica de la humanidad, por haberse
rescatado de sus entornos el mayor
número de evidencias en el campo de la arquitectura, escultura, pintura y el
referido a los sentimientos religiosos que han influido decididamente en todo el oriente y parte de
Occidente.
Nosotros
en América, en especial en el Perú, cuna del Gran Tahuantinsuyo, donde se han
concretado las expresiones más
emblemáticas del espectro cultural de esta parte del continente y que recién se
está develando tan sólo parte de los
portentosos perfiles arquitectónicos, cuyas técnicas que se utilizaron
para concretar sus inquietudes están representadas por monolíticas estructuras
aún no escrutadas plenamente, y también
tenemos que admitir que gran parte de nuestra iconografía de variada
policromía, a la que le han imprimido líneas con curvaturas definidas que
sugieren movimiento, que le han adosado proporciones matemáticamente concebidas
de variadas direcciones para sugerir movimiento a la grafías que nos legaron,
donde al interpretarlos nos traduce con especial contexto el mensaje plasmado,
donde se advierte los matices del arco iris que ostenta armonía increíble que
complementa el espectro que resume su cosmovisión y su intimidad cultural
y étnica, con singular sincretismo, pero, al haberse roto el nexo que
nos unía con nuestros ancestros como consecuencia de la brutal conquista de la
cual fuimos víctima y que la soportamos estoicamente, desde ese entonces fuimos
presa de la más extremada incertidumbre y desconcierto, que fue la semilla de
la ignorancia y haber permitido y
aceptado la más inaceptable y extremada discriminación por parte de propios y
extraños, y que aún nos impide traducir su auténtico mensaje, y ante nuestra
impotencia tenemos que admitir las antojadizas interpretaciones, sesgadas y
ambiguas, que han incidido en forma determinante en nuestra disgregación y la
perdida de nuestra identidad.
Ante
la confusión, la incomunicación y la paranoia que vive la humanidad en el Siglo
XXI, y ante la relatividad del tiempo en
la que estamos inmersos, y ante el avance incontenible de la ciencia, el
mundo científico para eliminar tiempo y distancia para comunicarse precisa del
ícono, por su sincretismo que ostenta mayor contexto que la palabra, que en
algunas circunstancias se muestra imprecisa, y que los antiguos peruanos
manejaron con mucha propiedad, y que por
un fatuo egoísmo y por un inconsistente
complejo de superioridad, no se le dio la cobertura que ostentaba y
ostenta, ni mucho menos se valoró el
mensaje y la intención del que está premunido, debido a que los símbolos e
íconos que nos legaron fueron concebidos
premeditadamente a los que les adosaron
especial sinergia.
Nuestros
museos y galerías de arte están repletos de infinidad de paneles con abundante
iconografía. Eso lo podemos admirar en los vistosos mantos de Paracas, y para darle
vuelo a su imaginación le adosaron plumas, y también recurrieron al barro para
darle forma estética que contiene mensaje inédito, lo endurecieron recurriendo
al fuego para perennizar el espectro de su fenotipo que resume su cosmovisión a
la que le imprimieron formas definidas donde se trasluce nítidamente el
movimiento y gracias a su intuición lograron plasmar iconos con hondo
misticismo étnico y telúrico.
Ahora
gracias a la sinergia desplegada por los más prominentes exégetas del arte,
obcecados ingenieros de sistemas, están conjugando y sincronizando estas
referencias y se está tratando de develar este enigma que durante miles de años
mantenían su mensaje contenido.
Los
testimonios materiales de los manifestado están perennizados en ceramios Nazca,
Chiribaya y los murales plasmados en las paredes de las ciudades de la costa
norte, donde se advierte nítidamente las características de nuestro biotipo,
fenotipo y genotipo que definen la etnia y nos refieren científicamente de
donde provenimos y cual han sido nuestro origen genético.
Lo
manifestado nos invita a argüir, que todo lo que admiramos que es el resultado
de la destreza de las manos prodigiosas de nuestros ancestros que no sólo es
arte, sino que también es ciencia que
contiene mensaje de especial cobertura.
Desde
los inicios de la aventura del hombre, se han advertido cambios de orden
cualitativo y cuantitativo, y que todas las generaciones deben tomar conciencia
de estos gestos; de las señales de humo hemos derivado a la vía satélite que
trasmite el mensaje eliminando tiempo y distancia, de la cueva prehistórica al
hotel de siete estrellas, de la imaginación al video, de la telepatía al
teléfono celular, del tatuaje al maquillaje, de la magia a la ciencia, etc.,
etc.
Pero,
la comunicación entre los pueblos en
estos instantes constituye el aspecto más determinante del mundo en que
vivimos, y la UNESCO nos proporciona cifras reveladores y arguye que de los más
de 7,000 millones de seres que habitamos el planeta, 6,000 millones tienen un teléfono celular en el bolsillo, y
que es su configuración predomina el icono.
Y
quienes manejan los medios de comunicación con especial contexto y sincretismo,
para enviar sus mensajes recurren y le adosan el ícono, y hoy son los que
dominan el mundo, esto lo constatamos al advertir que hay niños que no saben
leer, pero captan el mensaje gracias al ícono y les permite ampliar su
imaginación a horizontes nunca intuidos.
La
cobertura del tiempo cada día se reduce aparentemente, pero, es impostergable
ante el avance del ciber-mundo en el que estamos inmersos, tomar las
precauciones debidas y que algunos grupos étnicos se han dedicado a codificar
todo lo intuido y concebido por el hombre con
excepcional sincretismo y que está plasmado en el ícono, y como
precaución ante lo imprevisto, ya tenemos el referente ocurrido con el incendio
casual o intencional de la biblioteca de Alejandría que convirtió en cenizas
parte del conocimiento más emblemático del oriente y a esto se suma la
incontenible depredación de la iconografía de la cultura Andina, que muy a
pesar nuestro los estudiosos del pasado más inciden en la forma que en el fondo
de la Arqueología, ciencia que tiene mayor autoridad para interpretar el pasado
de los grupos étnicos que han vivido antes de ahora.
En
este trance virtual en que vivimos, y al haberse aparentemente empequeñecido el
mundo, y que tan sólo en horas se puede unir continentes de diversos pigmentos e
idiomas, y que no que se precisa manejar muchas lenguas o ser un eminente
poliglota para comunicarse con otros grupos étnicos, recién para muchos ahora
cobra inusitada vigencia el ícono, por su contundencia, contexto y elocuencia.
El
arco iris que inspiro a los antiguos peruanos la bandera del Tahuantinsuyo, que
ahora irreverentemente se la está usando con otros fines, ha inspirado a cada
país del más del centenar de repúblicas que aparentemente conviven en el mundo
en que vivimos, arrancarle parte de su policromía, y artísticamente dispuestos
y con proporciones y orientaciones definidas, a la que le han adosado, con
excepcional sincretismo un escudo, que representa a toda una nación, cada
hombre que vive en el planeta tierra cada vez que contempla una bandera
cualquiera que sea, en una abstracción sin precedentes, sabe que se trata de un
país, y sin necesidad de recurrir a la enciclopedia más actualizada,
esos colores y proporciones nos refieren
de las características de las etnias que lo habitan, de su biotipo, genotipo,
fenotipo, del idioma que hablan, de los aspectos más emblemáticos que definen
su identidad, pero, si hubieran países que eligieron los mismos colores, la
disposición de éstos y la proporción define su tipificación, como ocurre con
las banderas de Perú y Canadá, lo mismo ocurre con las marcas de vehículos,
y así podemos seguir enumerando infinidad iconos que representan un rubro
determinado.
Tan
contundente es el mensaje y contexto que ostenta el ícono, que para
interpretarlo no se precisa de elevado presupuesto de erudición, tan sólo uno
recurre al sentido común que es el más común de los sentidos para
interpretarlo.
Cada
día que transcurre se amplía el
horizonte del conocimiento y otros aspectos afines del entorno social, pero,
paradójicamente cuando más se descubre, aún queda mucho más por develar, y para
este desafió ya está preparado el
hombre, que es la computadora más perfecta y la más ultrasensible que está representado por su cerebro, que por especial
intuición va implementando el vocabulario técnico para el Siglo XXI.
Ahora
se conocen las distancias del
universo, que antes no se pudo llegar ni con la imaginación,
también se sabe de temperaturas que sólo de pensar en los grados que ostentan
nos humea el cerebro, esto ha determinado saber que existen tiempos
astronómicos que se miden por millones de años luz, también existen tiempos
geológicos, para calcular la edad de los planetas, como es el caso concreto de
la edad de la tierra y que se mide por eras geológicas de 4.600 millones de
años de edad, y que el hombre aparece en la era cuaternaria.
También
existe el tiempo arqueológico, que define
su decurso en miles de años, y el tiempo histórico que para clasificar
la secuencia de los hechos recurre a los siglos, cuya cobertura es brevísima,
pero, ha sido determinante en los dos últimos siglos.
Inclusive
para definir la composición de la tierra y los elementos que la componen, está expresada
en íconos que tipifican sus características recurriendo a letras y números.
Gracias
al ícono, prescindiendo de cualquier otra forma de expresión, se está
implementando el nuevo mapamundi en el cual estarán consignadas las
características más emblemáticas que identifican a cada país, o grupo étnico,
donde los más determinante es el biotipo, fenotipo, y genotipo, que define el
genoma social, que es el sustento de la etnia, pueblo, nación, república, etc.,
etc., y lo que identifica a todo ese conglomerado humano es su bandera y
escudo, que en un sincretismo sin precedentes es el más representativo.
El
ícono desde épocas pretéritas ostenta singular relevancia, y gracias a este
aporte se han comunicado los pueblos de todas las generaciones y pigmentos,
pero, lamentablemente con la imposición de los símbolos e íconos de los
vencedores que no ostentaban ni ostentan el contexto que se precisaba, y muy a
pesar nuestro muchos de estos mensaje no han sido develados plenamente, se
rompió el nexo con el pasado, y que recién estamos advirtiendo sus funestas
consecuencias.
Recurramos
urgentemente a la intuición y la inteligencia de la nueva generación para
codificar todos los íconos concebidos por los que nos han precedido, y
recurriendo a la sinergia de los más emblemáticos cerebros clarividentes de la
nueva y vieja data, convocarlos a un encuentro para sincronizar el mensaje de
los íconos de ayer y hoy, para que puedan tratar de develar la vigencia de lo
plasmado y perennizado en los mantos
Paracas, ceramios Nazca, y Chiribaya, y recuperar técnicamente parte de la
biblioteca más grande del sur del Perú, que está ubicada en pueblo de
Chuquibamba, anexo de Kupara que están abandonados, donde existen aún rociados
en todos los entornos lajas de piedra especialmente concebidas y decantadas, y
tabletas de arcilla confeccionadas con un largo y ancho funcionales y de una
superficie prudente, y allí nos legaron todo el contexto de nuestra
cosmovisión, y que ante la insensibilidad de las autoridades se depreda, se
destruye, se profana lo más significado de nuestro pasado, semejando este acto,
guardando las distancias y proporciones
a lo que hace siglos ocurrió con los códices Mayas.
A estas
lajas primorosamente pintadas, les adosaban en sus entierros junto al fardo
funerario, esta actitud la colegimos, que ya desde épocas pretéritas cada
miembro de la etnia estaba plenamente identificado, y todo ese universo de vivencias estaba resumido en el ícono
plasmado en la laja o tableta de arcilla,
que lo colocaban junto al muerto que lo ubicaron en posición de
cuclillas, que contenía toda una leyenda donde estaba graficado el mensaje, representado
por el color y los matices especialmente dispuestos, su ubicación, orientación
y proporción de las líneas, y para rubricar su oficio acompañaban con
instrumentos, herramientas, utensilios y
semillas, para que sus habilidades lo acompañe en la noche de los tiempos, y
esté presente y conserve su destreza que
en vida ostentó.
Es
urgente convocar un encuentro
internacional de especialistas en iconografía de ayer y hoy, en Chuquibamba,
para sincronizar criterios de experiencias y vivencias, estamos seguros que los
primeros en asistir a este conclave serán los del oriente que tienen mucha
afinidad con nuestras formas de comunicación, para ir proyectando la forma o
medio de comunicación del Siglo XXI, que precisa urgentemente
de un medio de comunicación
premunido de especial sincretismo y contundencia. Así sea.
E-mail: manuelhuanquihur@gmail.com
Facebook: https://arqueologiaviviente.blogspot.pe/
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