Dr. Manuel
Huanqui Hurtado
De
un tiempo a esta parte la palabra autoridad va perdiendo vigencia, el
diccionario de la lengua castellana la define como adjetivo y una de sus
opciones nos ofrece el siguiente significado: Prestigio, que se reconoce a una
persona por sus conocimientos y cualidades.
Desde
los albores de la civilización los diferentes grupos étnicos que concibieron
sus manifestaciones culturales, su única preocupación para sobrevivir, era
elegir, seleccionar, ubicar a personajes que reúnan especiales atributos, para
encomendarles la conducción del grupo, para lograr el éxito requerido.
Como
resultado de los estudios realizados por eminentes escrutadores de la historia,
coligen que el segmento del pasado conocido como prehistórico.
Fue
precisamente donde el hombre desplegó para sobrevivir todas sus habilidades e
inquietudes sin ningún egoísmo.
Este
superdotado del pasado, que ostentaban especial intuición, codificaba las
habilidades, predisposiciones, voluntades, imaginación, inteligencia, destreza,
etc. De todos los de su entorno y a cada uno le encomendaba tareas definidas,
pero con la seguridad y el convencimiento de que iba a tener excelentes
resultados, con lo que está demostrado que en esos trances no había cupo para
la improvisación.
Previa
ceremonia mágico religiosa, en el epicentro sagrado que constituía la cueva
donde el personaje central en una sesión de permanente persuasión y sugestión,
escogía a los que eran imprescindibles para cada tarea, el más veloz y
físicamente superdotado, era el elegido a perseguir al animal herido hasta
atraparlo, de no lograr ese objetivo el grupo probablemente se moría de hambre.
El
que ostentaba envidiable destreza en las manos, que muy hábilmente lo intuido
por su cerebro lo concretaba manufacturando artefactos, utensilios,
herramientas, armas era el que abastecía al grupo de lo imprescindible.
Otro
miembro seleccionado por el chamán era el personaje al que le descubría
especial disposición y habilidad para el arte, es el que recurría a ocres,
óxidos y a animales que ostentaban variados pigmentos, con los que plasmaba en
las paredes de las cavernas, trazos magistrales, representando escenas de caza,
que los historiadores del arte las ungen como las sixtinas del paleolítico,
pero su concepción, obedecía a un ceremonial mágico religioso de hondo
sentimiento mítico, ligado a su intimidad étnica, en estas circunstancias se
explotaba en sumo grado el poder de sugestión, que hoy lo desperdiciamos, el
otro personaje escogido era el que representaba la memoria colectiva del grupo,
conocía las causas y efectos que precipitaba el advenimiento de algún evento
cósmico o telúrico con gran sentido premonitorio, conocía las bondades de los
alimentos que eran pocos, pero sabiamente seleccionados, etc., etc.
La
mujer secundaba estas ceremonias con mucha suficiencia y así se logró el éxito
del cual ahora disfruta la humanidad y que no la sabe disfrutar plenamente.
El
hombre del siglo XXI, discrimina la experiencia del pasado, por esta razón vive
en permanente estado de frustración, porque no se realiza plenamente, vive
huérfano de asesoramiento del chaman, que lo oriente y se descubra para que
realmente sirve y en qué momento debe utilizar y desplegar su verdadera
vocación, predisposición y no permitir que estos atributos se consuman
vanamente y mueran estranguladas en sus manos toda esa destreza y habilidad que
ostenta.
La
mezquindad en la que vive inmerso el hombre de nuestros días, precipita el
increíble desperdicio, derroche, malversación de voluntades e inquietudes, que genera
irremediablemente las grandes convulsiones sociales y que muchas veces ni los
movimientos sociales o revoluciones de reivindicación son suficientes para
devolverle al hombre sus derechos conculcados.
A
pesar de que existe un ejército de utópicos, ortodoxos, abyectos, que nos hacen
consentir que estamos viviendo en el mejor momento de la historia, donde el
hombre cada día aparentemente se supera, porque está plenamente convencido que
ya tiene codificadas las evidencias y vivencias de todas las presencias
culturales y que su única aspiración es lograr que los grupos étnicos, vivan en
comunidad, en armonía, manteniendo su vincules tradicionales, culturales,
históricos, lingüísticos, geográficos y por encima de cualquier circunstancia
propender a que se respete su intimidad étnica y biológica, aunque para
lograrlo se contó con personas que ostentaban autoridad moral y digitaron y
concretaron sus habilidades con gran funcionalidad y todo ese universo de logros
estuvo al servicio de la comunidad, donde cada uno era una autoridad en la
tarea o el oficio, para el cual se había descubierto y así desterraron la
improvisación, para no vivir de ya manida política de la resignación y tener
que trabajar lo que sea, que ha dado pie, para que surjan una generación de
"nuevos vivos", que se ungen como superdotados, se creen que reúnen
los atributos para ser autoridades y maquiavélicamente por el azar y el
marqueteo, salen elegidos como autoridades con las funestas consecuencias que
ustedes las viven.
Hoy
por hoy en toda ciudad tugurizada, material y espiritualmente, para tratar de
paliar en algo esta angustia colectiva, se redacten, normas, cartas, leyes
implementar, instituciones, organismos, tribunales, etc., etc. para posibilitar
el respeto irrestricto a la dignidad humana, cualquier sea su credo o pigmento,
pero sin temor a equivocarnos, sin. Ningún resultado alentador.
Ahora
estamos gobernados por autoridades si autoridad y lo que es inaceptable, es el
daño que causan, no solo a ellos mismos, sino a toda la comunidad, que pese a
sus reproches es desoída.
Inclusive,
hay algunos personajes que lideran el destino de las naciones y que reconocen
que son ineptos y que pretenden persuadirnos, sugestionarnos, y piensan que
recurriendo a chamanes, brujos, hechiceros y siguiendo algunos designios de los
Apus o deidades naturales influyan en dotarles de ciertos poderes, para
justificar sus desatinos y en su desesperación sean iluminados.
Nadie
podrá, por más buena intención que pretendan ostentar estos personajes con
serias limitaciones, dotarles de los atributos de los que si los ostentan.
Por
esta razón desde hace más de 500 años, se inicia en América la interminable
cadena de improvisados y "vivos", que fungen de autoridades, que
conducen a nuestros grupo étnicos a un despeñadero que está generando las
convulsiones sociales, comprometiendo la integridad e intimidad étnica de las
presencias culturales de mayor connotación de esta parte de América.
Lo
inadmisible, es que en este territorio de América en especial el Perú, de
milenaria tradición, quienes son autoridades nos representan, están conformados
en gran porcentaje, por ojivas étnicas provenientes de otras latitudes que
desconocen y no respetan nuestra sapiencia y tradición y no constituyen nuestra
auténtica representatividad.
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