Dr. Manuel
Huanqui Hurtado
Al
respecto existen vivencias y actitudes del hombre, que han ocurrido en las
diferentes etapas de la historia, las que están codificadas y mencionaremos
algunas que se han suscitado y las hemos escrutado, hechos que nos invitan a
la reflexión, y que nos han preocupado como es el caso, de que hace no ha
mucho, cuando un próspero industrial europeo, que había conformado un familia
dentro de los patrones establecidos, y con el correr del tiempo su esposa
concibió una niña, pero, estos personajes que tienen a su merced un buen
potencial económico y por esta razón pueden acceder a todos los seguros,
cuidados, asistencia y chequeos permanentes, le diagnosticaron al esposo, pese
a su juventud, un cáncer a la próstata, y que le daban un margen suficiente de
tiempo, como para que él tome las precauciones y decisiones pertinentes,
premunido de un gran sentido de proyección genética, porque dicho de otra
manera, este prominente industrial, ya tenía fecha de vencimiento para seguir
viviendo, y ante este anuncio había que tomar una decisión sobria y serena.
De
inmediato la primera actitud que
realizó, era hacer su testamento para perennizar su voluntad en lo que a su
patrimonio se refiere, declarándola heredera universal de todo lo que ostentaba
a su esposa e hija, y para prolongar su proyección genética, concurrió al banco
de semen y depositó la proporción debida. Transcurrió el tiempo que en estos
casos es inexorable, sucedió lo previsto, falleció el próspero industrial.
Después
de un tiempo prudente, la esposa decidió concebir un hijo más, para, asegurar
su proyección genética y consecuentemente la protección de su patrimonio, para
lo cual concurrió al Banco de Semen a solicitar la dosis en la proporción que
precisaba, para que le practiquen la inseminación, pero, el representante del
Banco le manifestó que no era procedente, debido a que el único que podía
disponer era el titular, pero, lo paradójico del caso, era qué él estaba
muerto.
Amparada
la viuda en el Derecho que le asistía, porque era dueña del patrimonio de su
esposa, recurrió a las instancias respectivas, y con la concurrencia de
especialistas de alto nivel, y en apoyo al derecho tradicional que muestra
serias limitaciones, después de sincronizar todos los elementos diagnósticos,
previa sinergia, logro la autorización para que el banco le haga entrega de
la dosis del semen que precisaba, el mismo que con los cuidados respectivos la
esposa se lo hizo inocular para concebir al nuevo hijo.
Transcurrió
el tiempo que los designios de las leyes naturales y biológicas le concede
para la concepción del nuevo ser, que generalmente son de nueve meses en
condiciones normales, y ocurrió lo que tenía que suceder, nació el nuevo ser en
óptimas condiciones, pese a la orfandad material del padre, presurosa y
premunida de singular alegría la viuda, concurrió a la institución que por ley está
en la imperiosa obligación de inscribir a todos los seres que nacen en un área
determinada, portó la documentación necesaria para lograr la inscripción de su
hijo, con la filiación respectiva que le correspondía, y que desde antes de
nacer ya está protegida, porque el amparo al nuevo ser, conlleva una cobertura
de imprevisibles proyecciones, que el derecho genético, ya los está intuyendo y
codificando, porque ahora y en el futuro en este campo de la biogenética, ya se
están presentando infinidad de casos,
donde concurren muchos aspectos que permanecen ignotos anta la insensibilidad
de las autoridades.
Pero,
a la viuda, se le presentó otro aparente escollo, y era que no lo podían
inscribir al recién nacido, porque el único autorizado era el padre, máxime si
ostentaba una partida de matrimonio legalmente constituida, y una de
defunción de su esposo, y que ya había transcurrido más del tiempo que le
concede la biología a la nueva gestación, pero felizmente la ciencia y el
criterio de los nuevos especialistas, con los que había superado con criterio
científico el primer trance narrado con anterioridad, las autoridades se
negaban admitir dicha Inscripción, debido a que argüían de cómo el padre que
estaba muerto, y que había transcurrido largamente el tiempo de la gestación,
podía concebir un nuevo hijo, era más que imposible acceder a dicho petitorio.
Se
tuvo que recurrir a otras instancias y pedir la participación de personalidades
en el campo de la biogenética, conocedores de la proyección y la connotación de
los genes, y gracias a este significativo aporte, obtuvo el veredicto
favorable, y fue inscrito con el apellido del padre muerto y de la madre viva
en los registros que para estos fines se ha implementado.
Pero,
en este mundo, donde de repente la modernidad se nos presenta en forma
inusitada, nos da oportunidad de vivir y experimentar con estas y otras
vivencias y ocurrencias, que desbordan los patrones clásicos del derecho y
que es menester diagnosticar seria y serenamente. Cuántos de estos casos
ocurren a diario, donde se conculcan y niegan legítimos derechos, que generan
deseos reprimidos y nos conducen a cometer actos controversiales, a tal punto
que cada uno de nosotros estamos en tela de juicio, de nuestra paternidad, si
recurriéramos al derecho genético.
Este
mundo humano, multigenético de más de 6´300.000,000 de seres, que habitan
nuestro planeta tierra, que cada uno ostenta su propia impronta, que profesan
diversidad de sentimientos religiosos, que ostentan variados pigmentos y hablan
innumerables dialectos e idiomas, y son regidos por normas y convencionalismos,
algunos de vieja data y otros casi recientes y que han sido el sustento para
elaborar la nueva filosofía del derecho, con un sesgo eminentemente maquiavélico
e individualista, y les han impuesto sus designios a los pueblos sometidos,
poseedores de genes y memes (') sólidos y de gran cobertura social. Y estos se
creen aparentemente superiores, y que
convergen por diversos motivos en las grandes megalópolis, y que fácilmente son
absorbidos por la misma, y van perdiendo identidad. Y se adaptan a la
modernidad, donde la efervescencia social, precipita un deterioro material y
espiritual, y en estos espacios geográficos, se instauran e implementan instituciones
para regir el orden público, carentes de sustento cultural, social y étnico y
que en vez de lograr su integración, se advierte una clamorosa disgregación de
pueblos que genéticamente y tradicionalmente tienen un mismo origen y afinidad
de milenario ancestro.
Ahora,
el panorama que se advierte en las sociedades modernas, en lo referente a la
modalidad de administrar justicia, está seriamente cuestionado, por la actitud
que están asumiendo, porque el acto humano es sumamente complejo, conociendo
plenamente que el comportamiento de cada etnia es completamente diferente a la
otra , si se tiene en cuenta, que cada persona, es la consecuencia del
sincretismo de su etnia que le concibió y durante su evolución social, la
comunidad le fue adosando, infinidad de vivencias, experiencias,
supersticiones, normas de conducta, convencionalismos, principios éticos y
morales, patrones estéticos, y que en algunos casos se advierte caprichosos
sesos, y que en variadas circunstancias, se ha constatado que lo que es moral que para un grupo
determinado, es amoral para el otro, que la poligamia es admitida y plenamente
en unos grupos sociales, y otros admiten la monogamia que para muchos es
seriamente cuestionada, por los que viven en el límite de la promiscuidad, y que
ésta su misión o imposición por parte de su grupo, y que paradójicamente son
los que conviven en las grandes urbes, donde se va perdiendo consistencia
étnica, porque asistimos a un proceso de deterioro biológico que está minando
peligrosamente el aspecto genético, y cuyas actitudes está vulnerando la unidad
familiar, que incide y precipita a que ciertos personajes asuman actitudes
reprochables, que mejor sería que tácitamente los miembros de la familia
aceptasen muy sutilmente la poligamia y
evitar esas actitudes poco decorosas en su comportamiento, las que en la mayor
de las veces llegan a ventilarse en los tribunales de justicia, con relativo
éxito.
Y
estos gastos y actitudes propician odios y rencores en el seno de la familia,
que deterioran y lesionan la intimidad del grupo, que derivan en actos
irreconciliables. Donde hasta la justicia divina, se muestra impotente para
lograr nuevamente la integración de la familia, con mucha más razón si se
recurre a la justicia humana, que adolece de serias limitaciones.
En
estos momentos de crisis que vive nuestra dolida humanidad, y que la actitud,
que están asumiendo algunos grupos étnicos, ha desbordado el límite de lo
normal y lo prudente, y que aparentemente pareciera que todo el aporte de la
tecnología de punta, que debiera servir para que la globalización a la cual
estamos ingresando, contribuya en algo para amenguar este sino, y que todo este
universo de aportes debiera servir de elementos diagnósticos, y sean
atenuantes, para lograr la paz y la armonía que tanto anhelamos, cada día que
transcurre, afloran diversas modalidades delictivas, que no estaban
codificadas, y por esta razón carecen de filosofías y doctrinas, y que la
jurisprudencia no estaba preparada para
tipificar estos actos que se cometen y que son la consecuencia de convivir en las grandes megalópolis, donde
pululan millones de millones de millones de seres, cada uno ostenta su propia
intimidad étnica, como consecuencia de su cosmovisión, tradiciones, idiomas y
pigmentos que poseen pero que es el producto de una progresión incontenible y
como resultado de esta convulsión humana, ya se advierte una creciente
promiscuidad genética, biológica y cultural, y en cada barrio, avenida,
institución, centro educativo, y en el mismo seno familiar, se advierte la
convergencia de personas portadoras de males biológicos y psíquicos, amén de
vicios cargados de intensa emotividad y que ante cualquier estímulo que sirve
de detonante, se escenifican actos de extremada crueldad, donde el acto humano
se desfigura al extremo de lindar con el delito, por la secuela de la
proyección que conlleva.
Cada
segundo del reloj de la vida que transcurre, se cometen millones de actos
delictivos, los tribunales están abarrotados de expedientes, cada día desfilan
ante los tribunales delincuentes e inocentes, donde la influencia y don dinero,
en la mayor de las veces define el destino de prontuario o inocente, las
cárceles están tugurizadas porque se advierte extremado hacinamiento de reos y
en un tiempo no muy lejano presenciaremos el desborde humano, y en esos antros
de reclusión se están fermentando e incubando nuevas formas delictivas, y donde
se están digitando los mecanismos para lograr su ansiada libertad, u obtener
una aparente inocencia, y se está llegando al extremo y el colmo de que estos
gestos y actitudes, están siendo consideradas como doctrina y filosofía de la
nueva era, donde la violencia muerte y el descontrol, sumado a la
insensibilidad de nuestra sociedad, no está mostrando su rostro más cruel con
los cuales ya nos estamos familiarizando.
Estas
escenas del gran teatro del mundo, me persuaden a rememorar un pensamiento del
libro “El erial” de Constancio C. Vigil, que cuando era niño me obsequio mi
padre, y en una carta que le dirige a un presidiario le dice: Estas palabras
van dedicadas a ti, que estas cumpliendo una condena detrás de rejas, a lo
mejor por un delito que no lo has cometido, pero debes comprender que por las
calles de las grandes urbes, están caminando personas libremente, pero, que
están purgando penas por los delitos más ocultos.
La
progresión de la onda delictiva, supera a todas las que nos han precedido, y
donde la corrupción está adquiriendo personería jurídica, ante el asombro de la
comunidad, que se siente impotente para frenar este atentado a la dignidad
humana y a la honestidad y honradez.
Esto
me recuerda de una vivencia, que hace muchos años ocurrió en un pueblo de
México, una pequeña comunidad que vivía en una atmósfera de paz y tranquilidad,
que felizmente no estaba contaminada con las doctrinas venidas de allende los
mares. Un día su tranquilidad fue interrumpida por el acto desleal de un
delincuente, la comunidad en pleno condeno dicho acto, y aprendió al
indeseable, y lo llevaron a la plaza pública para ajusticiarlo ejemplarmente,
el clamor popular era darle la pena de muerte para que sirva de escarmiento.
Pero,
había que elegir quién sería el encargado de ejecutarlo, para ello hubo
consenso y decidieron que el único que reunía todos los atributos, era Don
Simón, el veterano del pueblo, el más honesto, el más honrado, el ejemplo de
pulcritud, el que dirimía sabiamente todos los diferendos de la comunidad. Le
comunicaron de su decisión, lo citaron a la plaza pública donde los tenían
amarrado al indeseable y ante los valores de muerte al delincuente, procedió
con un hacha a darle de machetazos contundentes hasta lograr apagar el último
hábito de vida, luego le dieron sepultura. Don Simón el honorable personaje,
había hecho justicia el nombre de su comunidad.
Pasaron
unos días y los miembros de la policía federal, enterados de los sucedido, lo
fueron a buscar y lo detuvieron, lo esposaron y lo condujeron a los tribunales
de la gran ciudad, de la gran urbe, de gran megalópolis y los magistrados
premunidos de toda la jurisprudencia, embestidos con los atuendos que los
personifica, después de las deliberaciones, ciñéndose a las doctrinas y
filosofías trasplantadas que ostentaban, optaron por emitir una sentencia,
felizmente que por especial designio y una singular coincidencia, no lo
condenaron a muerte, sólo le dieron 25 años de prisión, por haber cometido el
crimen con saña, premeditación, astucia, ventaja, alevosía, ignorancia,
comportamiento atávico, etc., etc., etc., y don Simón, ante el asombro de su
comunidad, fue a parar tras las rejas y
estaba purgando una condena que no se la merecía.
Por una
especial coincidencia, un destacado estudioso de la Antropología Cultural, que
también era un prominente abogado, revisando expedientes de causas juzgadas, se
enteró de este caso e intervino de inmediato y con fundamentos contundentes,
logro su libertad, sustento su defensa con el único argumento, que él había
realizado ese acto por mandato de su comunidad. Tácitamente les hizo consentir,
que él había hecho, lo que salvando las distancias estaban haciendo con él, lo
que los magistrados en los tribunales realizan para impartir justicia, pero con
argumentos más sólidos.
Cuanto
nos falta aprender de doctrina jurídica, hace falta la contribución de toda la
comunidad, antropólogos culturales y físicos, genetistas, psicólogos, médicos,
abogados, etnólogos, arqueólogos, folclorólogos, historiadores, biólogos,
astrónomos, etc., etc., etc. Recurrir a la sinergia con criterio transparente
para ventilar cualquier caso, y emitir una sentencia justa.
Y
apoyados por una cultura teatral, y con la concurrencia de actores que nos
vuelvan a escenificar esa serie argentina de la televisión intitulada COSA
JUZGADA. Que consistía en seleccionar casos que estaban archivados, como el que
hemos narrado y llevarlo al consenso del público, para que se den cuenta de
todos los actos injustos que se cometen, en nombre de la justicia.
Nota:
En otras entregas trataremos aspectos relacionados, a la actitud de los hombres
que son víctimas de la modernidad y la promiscuidad material y espiritual que
se vive en las grandes megalópolis, donde se están perdiendo todos los valores
éticos y morales.
(*) Memes. Es el moderno concepto de cultura,
los memes, constituyen las memorias colectivas de todas las etnias, que durante
milenios han concebido: convencionalismos, reglas de juego, principios morales
y éticos, costumbres, supersticiones, símbolos e íconos, manifestaciones de
arte, música y danza, gestos, etc., etc., etc., que eran los elementos
constitutivos de la integración genética, étnica y cultural. (Revisar página
web, Artículo “Los Genes y memes de la Cultura Andina”).
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